WhatsApp-Image-2025-06-30-at-22.36.33
June 30, 2025
por karla ron arevalo

La teoría del amor… propio

Más que una reseña: una confesión, una pausa, un renacer

Después de meses de estrés constante, de correr sin pausa, de escribir en el autobús, de redactar ejercicios de escritura, dictar un taller y crear hasta una exposición, de ser madre, esposa, trabajadora, escritora, editora, organizadora de eventos y de sueños… el cuerpo dijo basta. No fue una metáfora: me lo gritó con un dolor intenso que me dejó cuatro días en el hospital. Y aunque no lo sabía entonces, fue el mejor regalo disfrazado de crisis que pude recibir.

Ese parón forzado me obligó a reevaluarlo todo. No podía seguir leyendo únicamente subtítulos de reels mientras caminaba 15 mil pasos al día, durmiendo menos de cuatro horas y creyendo que si no publicaba reseñas, no asistía a ferias o no producía contenido, dejaba de existir. Así que apagué todo. Puse en pausa cada cosa. Y con miedo —porque la quietud también da miedo cuando llevas años huyendo de ella—, busqué un libro que me había estado esperando en la biblioteca desde hacía un año.

La teoría del amor, de Ali Hazelwood, fue la elección perfecta. Ligera, divertida, adictiva, pero sobre todo, sanadora.

Volví a leer. Rompí el bloqueo lector en cuatro días. Me reí, suspiré, me identifiqué. Y me reconocí profundamente en Elsie, una protagonista que, aunque doctora en física (esa parte no es precisamente mi reflejo), también ha pasado su vida moldeándose a lo que los demás esperan de ella. Siendo la versión de sí misma que hace felices a otros, aunque eso signifique olvidarse por completo de quién es.

Ese espejo me dolió. Porque durante mucho tiempo, yo también fui esa: la que evitaba el conflicto, la que decía que sí para no incomodar, la que se anulaba en nombre del amor, del trabajo, de los sueños de otros. Pero este año —tras una década de turbulencias— decidí dejar de complacer para encajar. Quizá ya no soy la persona favorita de todos (¿alguna vez lo fui?), pero ahora, al menos, me gusto mucho más a mí misma. No se trata de incomodar por rebeldía, sino de hacer justicia conmigo.

Hazelwood tiene esa capacidad deliciosa de escribir en primera persona con un caos íntimo y real. Estás dentro de la cabeza de Elsie. Con sus chistes malos, su monólogo inseguro, su tendencia a ver solo lo que no vale. Me vi ahí también: en los nervios al entrar a una habitación creyendo que todos te miran no por deslumbrante, sino por torpe; en el miedo a decir lo incorrecto; en la sensación constante de no ser suficiente.

Pero lo hermoso de este libro es que Elsie, poco a poco, se permite cambiar. Rompe con vínculos tóxicos, se permite desear algo diferente, se enamora sin dejar de descubrirse, y logra liberarse, aunque no del todo, de esa versión complaciente de sí misma. Renace. Y leer eso, en medio de mi propio renacimiento, fue un abrazo inesperado.

Tal vez muchos lo vean como una comedia romántica con escenas subidas de tono (que también tiene, y son deliciosamente bien escritas), pero para quienes hemos sido seres tímidos, inseguros, introvertidos, atados a dinámicas insanas, este libro es un recordatorio: no estás sola. Puedes aprender a verte con otros ojos. Puedes construir una vida que no solo parezca feliz por fuera, sino que te lo sea también por dentro. Y sí, mereces éxito, amor propio, amor compartido y una vida sexual divertida, vibrante y plena. ¿Por qué no?

 

Esta no es solo una reseña. Es una declaración de principios. Una pausa. Una promesa. Y un agradecimiento a un libro que me recordó quién era, quién soy y quién puedo seguir siendo.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *