Durmiendo con el enemigo… y sus amigos
Cuando supe el calvario de la Sra. Giselle Pelicot, quedé impactada, ¿¡cómo era posible que su esposo, el hombre con el que había compartido la mayor parte de su vida, con quién había criado hijos y consentía nietos, pudiera ser el mismo que ahora era juzgado por drogarla por las noches, utilizarla como objeto sexual mientras estaba inconsciente, y obsequiado a extraños… durante toda una década!? Aquello me pareció y aún me parece inconcebible. Me pregunto, ¿si no puedes confiar en quién comparte tu propia cama, entonces en quién?
Mientras leía la historia, confieso que comencé a sentirme devastada al enterarme de los detalles de este caso, pues la única condición interpuesta por el marido de la Sra. Pelicot, al se estima, casi centenar de hombres que invadieron su casa y su intimidad para violarla, era poder estar presente y grabar la agresión. Para mayor horror de esta historia, muchos de los que fueron identificados eran parte del día a día de la pareja.
Cómo una mujer logró cambiar la vergüenza de bando
Esta trama es para dejar a cualquiera con el ánimo destruido, pero a veces hechos terribles develan grandes heroínas. De no ser por la determinación y el coraje de esta DAMA (en mayúsculas) todo hubiera quedado en otro caso terrible, pero su negativa a que el juicio fuera secreto, y exigir que todo el mundo supiera lo que había hecho su marido y el resto de victimarios. Al leer la razón de Madame Pelicot para no dejar en secreto este hecho, golpeé la mesa con el puño y lancé un grito lleno de justicia que alertó a todos en casa, ella alegaba que ya era hora de que LA VERGÜENZA DEBÍA CAMBIAR DE BANDO.
La GIGANTE Giselle Pelicot con esa sencilla frase retaba, con su postura, determinación y actitud ganadora, a todo el sistema patriarcal y violento al que las mujeres hemos estado sometidas por siglos. Hoy tras el juicio puedo afirmar que lo derrotó, pues hizo girar las cabezas de la sociedad hacia donde siempre debió estar la vergüenza, la culpa y el desprecio, hacia el lado de los agresores.
Escribiendo mi historia
Desde hace milenios las víctimas, sin importar género, edad o condición, cargamos, además de con el trauma de sentirnos vulnerados en lo más íntimo, con el estigma posterior, sin importar que el pecado, el delito, la barbarie había sido cometido por otro.
Yo misma he sentido el miedo de estar a merced de un degenerado, no una, sino en varias oportunidades, y aunque mis experiencias no han sido tan aberrantes como las descritas más arriba de estas líneas, puedo confirmar que el miedo siempre es parte de estos incidentes. Por lo cual siempre ha sido un tema de gran interés para mí, aunque fue hace unos años cuando en una reunión de más de 10 amigas surgió el tema y para nuestro asombro todas, de una u otra forma, habíamos sufrido algún tipo de agresión, ya fuera de amigos, familiares o extraños. Eso hizo que el tema se me quedara rondando en la cabeza, pero fue cuando una persona cercana me contó una historia de su infancia, que la trama de “El dulce esfuerzo de amar” se comenzó a tejer en mi cabeza. Si la historia de como la agresión a una niña pequeña cambia el destino de toda de una familia.
Una de cada tres mujeres sufren violencia sexual una vez en la vida
Según cifras de ONU, “Una de cada tres mujeres sufren violencia sexual o física al menos una vez a lo largo de sus vidas. Esta violencia es a menudo perpetrada por parejas actuales o anteriores”. Conociendo estas estadísticas y habiendo escuchado tantas historias, es cuando la valentía de esta mujer y de su equipo de abogados, nos deja sobrecogidos, pues han roto el círculo de vergüenza en el que tantas víctimas desprotegidas han estado sumergidas, y por eso hoy las personas decentes la aplaudimos de pie.
Por romper ese ciclo interminable es por lo que he titulado este artículo, pues Madame Pelicot hizo el trabajo que pudo haber realizado una gran estrella del firmamento hollywoodense durante la presentación de la que se suponía sería el lanzamiento del año, pues era la puesta en pantalla de un libro best seller mundial que aborda otro gran estigma, el de la violencia doméstica, tristemente no vimos que esta gran plataforma ayudara a visibilizar la problemática que afecta a millones de familias
50 mil mujeres fueron asesinadas por sus parejas en 2023
Según ese mismo informe, más de 50 mil mujeres, a nivel mundial, fueron asesinadas por sus parejas solo en 2023, convirtiendo al hogar en el lugar más peligroso para mujeres y niños que son víctimas también de estos ambientes nocivos.
Otro punto importante fue que gracias a las denuncias que algunas chicas hicieron sobre un hombre que grababa bajos sus faldas en un centro comercial, fue como pudieron para esta trama de perversión, es decir, no importa cuan grande o pequeña, debemos siempre denunciar a las autoridades cualquier agresión.
Ante tanto desaguisado, Madame Gisele se ha apoderado de la verdad, se ha quitado el estigma y se ha erigido con tanta dignidad que ninguna otra persona ha sido capaz ni siquiera de imaginar criticarla. Por ello, invito a todas las víctimas que, al igual que la Sra. Giselle, se levanten con la frente en alto y denuncien, pero sobre todo no sientan vergüenza o culpa por el mal que las ha tocado, pues el vilipendio público debe caer en el perpetrador, y a partir de ahora nunca más en la víctima.