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April 14, 2023
por karla ron arevalo

4 desafíos de criar hijos en otra cultura

Mamá de allá, hija de acá

Por Karla Ron Arévalo

Cuando uno sale de su patria, jamás se imagina a la cantidad y al tamaño de los retos a los cuales se va a enfrentar en el futuro. Si además se decide emigrar a un país de cultura y lengua distinta, la dimensión del desafío aumenta de forma exponencial.

Pero de todos los obstáculos a los cuales me he tenido que enfrentar en este camino de migración por el cual llevo 20 años transitando, el criar a mi hija en una cultura tan distinta a la mía, ha sido el mayor. 

Miranda llegó a Montreal con 4 años, juntas nos enfrentamos al aprendizaje de una nueva lengua (el francés), a conocer y adaptarnos a nuevos códigos de comportamiento, y a la desinformación o falta de comprensión por mi parte de esos códigos.

Criar hijos en otras culturas es todo un reto, pues las expectativas, normas y valores pueden diferir en muchas ocasiones de forma significativa de una cultura a otra. Estas son algunas de las dificultades que yo tuve que enfrentar mientras mi pequeña crecía inmersa entre dos mundos:

1 – Diferencias en las expectativas culturales

Es muy probable encontrar que se tienen expectativas culturales muy distintas en cuanto a la crianza de los hijos. Estas diferencias pueden resultar en conflictos entre los padres y los niños, unos por no estar habituados a las nuevas costumbres, y los otros, porque quieren encajar con sus nuevos pares.

Para ejemplificar un poco, en Montreal los niños van solos al colegio, incluso desde los primeros años de la escuela primaria. Para mí eso es inconcebible, y siempre acompañé a mi hija hasta que consideré que era lo suficiente madura para estar sola por la calle. Pero conocí casos de amigos inmigrantes que tuvieron problemas con sus hijos, pues los niños querían gozar de la misma independencia que veían en sus compañeros de clase. 

También eran común entre los inmigrantes latinos, comentar como muchos niños retaron a sus padres con llamar al número de emergencia 911, para reportarlos por malos tratos, pues el método latinoamericano de crianza podía parecer un poco subido de tono, visto desde la perspectiva quebequense.  

2- Dificultades en la comunicación

Cuando se crían hijos en otra cultura, existen barreras en la comunicación debido a diferencias en el idioma y la forma de expresarse. Los padres pueden tener dificultades para entender las necesidades y deseos de sus hijos y para explicar sus propias expectativas.

Mi hija no siempre entendía de qué hablaba, pues no conoció el contexto en el cual crecí yo, su rutina era muy distinta a la que su padre y yo tuvimos de pequeños, no cantamos las mimas canciones o recitamos las mismas adivinanzas, así que yo aprendía con ella cada día. 

Una vez cuando Miranda tenía unos 8 años, se acercó con cara de preocupación y me dijo:

—Mamá, ¿qué es un inmigrante? Todo el colegio habla de eso y yo no sé qué es. 

Ese día entendí que ella y yo ya hablábamos otro idioma, y que ambas tendríamos que hacer un esfuerzo para ponernos en el contexto la una de la otra, si queríamos entendernos. 

3- Dificultades para adaptarse a nuevas normas culturales

Cuando se cría a un hijo en una cultura diferente a la propia, los padres tenemos dificultades para adaptarnos a normas diferentes y prácticas culturales que no, no son propias y eso puede perjudicar la relación con los hijos. En este punto, la comida fue uno de los grandes obstáculos que se nos presentó a Miranda y a mí. Muchas veces el olor condimentado de mi comida la hacía sentirse insegura al destapar su termo del almuerzo, pues lo penetrante de una tortilla de patatas o unas arepas rellenas, podían despertar la curiosidad malsana de otros niños. 

Todavía ambas nos sonrojamos de pensar en cómo le quedó manchada la ropa a su maestra de segundo grado, al abrirle a ella el termo que contenía una malta que había estado batiéndose durante horas en su mochila. 

4- Dificultades para transmitir los valores propios

Requiere de mucha paciencia y explicación inculcar en los hijos los valores, la cultura y el bagaje con el cual se viene desde nuestro país de origen. Muchas veces me enfrenté a valores y creencias extrañas para mí, tuve que hacer malabares, tragar fuerte y lidiar con que mis convicciones no tenían el mismo peso, por lo cual no siempre fue sencillo transmitirlo de forma que ella lo entendiera, más aún en los años de la adolescencia. 

La visión de las relaciones sexuales, la posición frente al aborto, las drogas, los amigos, fueron temas que me hicieron “tragar duro” y me sacaron “canas verdes”, para hacerme entender y no generar la tercera guerra mundial en el salón de mi casa.

Al final siempre terminaba cualquier discusión con una frase que resumía todo: 

“De esa puerta para adentro es Venezuela, y punto”

En fin, criar hijos en otras culturas es un desafío alcanzable, eso sí, requiere de mucha paciencia, análisis y educación, pero al completarse ofrece todo un nuevo nivel de satisfacción personal, y una ampliación indiscutible de los horizontes mentales. En lo personal, a mí me llena de un orgullo indescriptible cuando veo la mujer multicultural y trilingüe en la que se ha convertido hoy mi hermosa Miranda.

Artículo publicado en el Blog de la Fundación Entre Soles y Lunas